De nuevo he tenido que lidiar con la manía que tienen muchos de tocar a Sua a pesar de no conocerle.
Hoy, una chavala de unos quince o dieciséis años, vestida con su uniforme de colegio pijo y seguida de una mujer filipina cargando con su mochila, al ver a Sua le ha querido tocar.
Una vez más, he repetido aquello de: 'lo siento, pero no le gusta que le toquen'.
- ¿Por qué? -me pregunta indignada y con cierta arrogancia.
- Bueno -le digo, intentando razonar con ella- a ti tampoco te gustaría que un desconocido te tocara el pelo.
- Ya. ¡Pero es un perro! - me dice despectiva.
- Sí, y tú tonta. ¡Pero es lo que hay! -le contesto con una 'sonrisa'.
No he podido resistirme. Mejor dicho, no me ha dado la gana resistirme.
Escribir comentario